Adición metapsicológica a la teoria de los sueños 1918-001/1924.es
1918-001/1924.es Adición metapsicológica a la teoria de los sueños
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  • S.

    Adiciön metapsicolögica a la teoria de 08
    suefios. =;

    Hemos de comprobar repetidamente cuän ventajoso
    es, para nuestra investigaciön, comparar entre si determi-
    nados estados y fenömenos, que podemos considerar
    como modelos normales de ciertas afecciones
    patolögicas. A este genero pertenecen ciertos estados
    afectivos, como la aflicci6n y el enamoramiento, y otros
    de diferente naturaleza, entre los cuales citaremos el es-
    tado de reposo (dormir) y el fenömeno onirico.

    Al acostarse, con el propösito de dormir, se despoja
    el hombre de todas aquellas envolturas que encubren su
    cuerpo y de aquellos objetos que constituyen-un comple-
    mento de sus Öörganos somäticos. 0 una ‚sustituciön de
    partes de su cuerpo, esto es, de los lentes, la pehuca, la
    dentadura postiza, eic., y obra igualmente con su psi-
    quismo, renunciando ala mayoria de sus;adquisiciones
    psiquicas y reconstituyendo,. de este.modo, en. ambos
    sentidos, la situaciön: que hubo de ser el punfo.de:parti-
    da de su desarrollo vital. El dormir es, somäticamente,
    un retorno a la estancia en el seno materno; con-todas
    sus caracteristicas de quietud, calor y ausencia de esti-
    mulo. Muchos hombres llegan incluso a tomar' durante
    su suefio, la posieiön fetal. El estado psiquico. del. dur-
    miente se caracteriza por un retraimiento casi absoluto
    del mundo eircunamhirnte y la: gesaciön, de todo Interes
    hacia @l.

    Cuando investigamos los estados. Psiconeuröficos,

    - 1 —

  • S.

    r

    BRoNa. ss. rReEun

    nos vemos impulsados a acentuar, en cada uno de ellos,
    lasllamadas regresiones temporales, osea
    el montante del retroceso que les es particular, hacia las
    mäs tempranas fases del desarrollo. Distinguimos dos de
    estas regresiones: la del desarrollo del Yo y la del des-
    arrollo de la libido. Esta ültima, Ilega, en el estado de re-
    poso, hasta la reconstituciön del narcisismo pri-
    mitivo, y la primera, hasta la fase de la satis-
    facci6ön alucinatoria de deseos.

    Todo lo que sabemos de los caracteres psiquicos del
    estado de reposo, l6 hemos averiguado en el estudio de
    los'suefios. Estos no nos muestran al hombre durmien-
    do, pero no pueden por menos de delatarnos algunos de
    los caräcteres del estado de reposo. La observaciön nos
    ha descubierto algunas peculiaridades del fenömeno oni-
    rico, que al principio nos parecian: ininteligibles, pero
    ‚que luego hemos llegado a comprender perfectamente.
    Asi, sabemos que el suefio es absolutamente egoisia y
    que la persona que en sus escenas desempefia el princi-
    pal papel, es siempre la del durmiente. Esta circunstan-
    cia se deriva, naturalmente, del narcisismo del estado de
    reposo.

    El narcisismo y el egofsmo son la misma cosa. La
    ünica diferencia estä en que con el termino de «narcisis-
    mo», acentuamos-que el egoismo es tambien un tenöme-
    no libidinoso. O dicho de otro modo: El narcisismo pue-
    de’ ser cotisiderado como el complemento libidinoso del
    ‘egoismo. Tambien se'nos hace comprensible la capaci-
    dad diagnöstica’ del suefio, que nos descübre, durante el
    reposo, lös sintomas de’ una enfermedad en sus comien-
    zos, sintormäs:que pasaban inadvertidos durante la vigi-
    ha. Elfenömeno onifico amplifica, en efecto, hasta lo gi-
    gantesco, jödas las-sensacionessomäticas. Esta ampli-
    ficaciön es de nafuraleza hipocondriaca, presupone que

    toda lacarga psiquicaha sido refrafda del'mundo exte-
    = 108 —

  • S.

    METAPSICOLSono.ı A

    rior y acumulada en el Yo; y permite deseubrinen:el sue«
    fo, modiflcaeiones ;somäticas, ‚que -durante:la: vigilie
    hubieran permanecido aün ‚insdvertldes por: algn
    tiempo. vie

    Un suefio constituye la sehal de que ha. surgido.algo
    que tendia a perturbar el reposo, y nos.da a conocer..lal
    forma en que esta perturbaciön puede ser rechazada. El
    durmiente suefia en lugar de despertar bajo los .efectos:
    de la perturbaciön, resultando asi ei suefio un guardiän
    del reposo. En lugar-del estimulo interior que aspiraba.a
    atraer la atenciön del sujeto, ha surgido un suceso exte-
    rior—el fenömeno onirico—cuyas aspiraciones han que-
    dado satisfechas. Un suefio es, pues, una proyec-
    ciön alexterior, de un proceso interior. Recordamos
    haber hallado ya en otro lugar,.la proyecciön, entre los.
    medios de defensa. Tambien el mecanismo de la fobia
    histerica culminaba en el hecho de que el individuo podia
    protegerse, por medio de tentativas de fuga, contra un
    peligro exterior, surgido en lugar de un estimulo instinti-
    vo interno. Pero hemos de aplazar el estudio detenido de
    la proyecciön hasta llegar.al anälisis de aquella.afecciön
    narcisista en la que este mecanismo desempehia va
    cipalisimo papel..

    Veamos cömo puede quedar perturbada la. Äntencidh
    de dormir. La perturbaciön puede proceder de una exci+
    taci6n interior o de un estimulo exterior. Atenderemos en
    primer lugar, al caso menos transparente y mäs intere-
    sante, de la perturbaciön emanada del interior: La.exper
    riencia nos muestra, que los estimulos del suefio son res-
    tos diurnos, cargas mentales que no se han prestado :a
    la general sustracciön de las cargas y-han conservado;
    a pesar de ella, una cierfa medida de interes :libidinoso.o
    de otro genero cualquiera. Asf, pues, hallamos aqui una
    Primera excepciön del narcisismo :del estado de reposo;
    excepciön que dalugar a.la.elaboraciön onirica: Losres+

    _ 105 —

  • S.

    PROF. 8. FR EU D

    tos diurnos se nos dan a conocer en el anälisis, como
    ideas oniricas latentes, y tenemos que considerarlos, por
    su naturaleza y su situaciön, como representaciones pre-
    conscientes, pertenecientes al sistema Pre.

    El subsiguiente esclarecimiento de la formaciön de
    los suefios no deja de oponernos determinadas dificulta-
    des. El narcisismo del estado de reposo significa la sus-
    tracciön de la carga de todas las representaciones obje-
    tivas, y tanto de la parte inconsciente. de las mismas
    como de su parte preconsciente. Asi, pues, cuando com-
    probames que determinados restos diurnos han perma-
    necido cargados, no podemos inclinarnos a admitir que
    han adquirido durante la noche, energia suficiente para
    atraer la atenciön de la conciencia. Mäs bien supondre-
    mos, que la carga que conservan es mucho mäs debil
    que la que poseian durante el dia. El anälisis nos evila
    aquf mäs amplias especulaciones, dem.osträndonos, que
    estos restos diurnos tienen que recibir un refuerzo, ema-
    nado de las fuentes instintivas inconscientes, para poder
    surgir como formadores de suefios. Esta hipötesis no
    ofrece, al principio, dificultad ninguna, pues hemos de
    suponer, que la censura situada entre el sistema Pre. y
    el Inc. se halla muy disminuida durante el reposo, que-
    dando, por lo tanto, muy facilitada la relaciön entre am-
    bos sistemas.

    Sin embargo, surge aqui una objeciön que no pode-
    mos silenciar. Si el estado de reposo narcisista, ha teni-
    do por consecuencia el retraimiento de todas las cargas
    de los sistemas /nc.’y Pre., faltarä tambien la posibilidad
    de que los restos diurnos preconscientes sean intensifica-

    . dos por los impulsos instintivos inconscientes, los cua-
    les han cedido tambien sus cargas al Yo. La teoria de la
    Tormaciön de los suefios muestra, aqui, una evidente con-
    tradicciön que sölo podremos salvar modificando nues-
    tra hipötesis-sobre el narcisismo del estado. de reposo.

    _ 104 —

  • S.

    METAPSICOoL:o 0.1 A

    Esta 'hipötesis restrictiva queda tambien‘irrebatible-
    mente demostrada en la «demencia preco2»,'y sur eonie-
    nido no puede ser sino el de que la parte: reprimida ‚del
    sistema Inc. no obedece a los deseos de dormir emana-
    dos del Yo, conserva su carga, total‘o Tragmentariamen-
    te, y conquista, a consecuencia de la represiön, una cier-
    ta independencia. Correlativamente, habria de ser man-
    tenido, durante la noche, un cierto montante del esfuerzo
    de represiön (dela contracarga), para eludir el .
    peligro instintivo, aunque la oclusiön de todos los cami-
    nos que conducen al desarrollo de afecto y a la motili-
    dad, tiene que disminuir considerablemente el nivel de la
    contracarga necesaria. Asf, pues, describiriamos en la
    forma siguiente, la situaciön que conduce a la formaciön
    de suefios: El deseo de dormir intenta retraeg todas las
    cargas emanadas del Yo y constituir un narcisismo ab-
    soluto. Este prop6sito no puede ser consegüido sino a
    medias, pues Jo reprimido dei sistema Inc. no obedece al
    deseo de dormir. Por lo tanto, tiene que ser mäntenida
    tambien una parte de la contracarga, y la censura entre
    el sistema Inc. y el Pre. ha de permanecer vigilante aun-
    que no tanto como durante el dia. En la esfera de acciön
    del Yo, quedan despojados de sus cargas todos los sis-
    temas.

    Cuanto mäs fuertes son las cargas instintivas Incons-
    cientes mäs incomplefo serä el reposo, Existe tambien un
    caso extremo, en el cual el Yo abandona 'su deseo de
    dormir, por sentirse incapaz de coartar los impulsos li-
    bertados durante el suefio, o dicho de otro modo, ‚renun-
    cia a dormir por miedo a sus suefios. De

    Mäs adelante, estimaremos en toda su amplia.impor-
    tancia, la hipötesis de la desobediencia de los impulsos
    reprimidos. Por ahora, nos limitaremos a proseguir
    nuestro examen de la formaciön de los suefios. \

    Como segunda excepciön del narcisismo, consignare-

    —_ 05 —

  • S.

    BR OF. Ss... FR BuD

    mos la posibilidad antes citada, de que tambien algunas
    de las ideas diurnas preconscientes opongan resistencia
    y conserven una parte de su carga,'Ambos casos pueden
    ser, en el fondo, identicos. La resistencia.de: los restos
    diurnos puede depender de su conexiön, existente ya en
    la vigilia, con impulsos inconscientes. Pero tambien pue-
    de suceder algo menos sencillo, o sea que los restos diur-
    nos no despojados totalmente de su carga, se pongan en
    relaciön con lo reprimido, durante el estado de reposo,
    merced a la mayor facilidad de comunicaciön entre los
    sistemas Pre. e /nc..En ambos casos tiene efecto el mis-
    mo progreso decisivo de la formaciön onirica, esto es,
    queda constitufdo el deseo onirico preconsciente, que da
    expresiön, con el material de los restos diurnos precons-
    ‚cientes, al impulso inconsciente. Este deseo onfrico debe
    ser distinguido de los restos diurnos. No existia en la vi-
    gilia y puede mostrar ya el caräcter irracional que todo lo
    inconsciente manifiesta cuando lo traducimos a lo cons-
    ciente. EI deseo onfrico no debe tampoco ser confundido
    con los sentimientos optafivos que pueden existir entre
    las ideas preconscientes (latentes) del sueno. Pero cuan-
    do tales deseos aparecen integrados en dicho material,
    se asocia a ellos, intensificändolos.

    . Examinemos ahora los destinos subsiguientes de este
    impulso optativo, representante de una tendencia instinti-
    va inconsciente, que se ha formado, como deseo onifrico
    (fantasia realizadora de deseos) en el sistema Pre. Este
    impulso podria hallar su satisfacciön por distintos cami-
    nos. Podria seguir el que consideramos normal durante
    la vigilia, o sea pasar desde el sistema Pre. a la concien-
    cia, o:crearse una descarga motora direcia, eludiendo el
    sistema Cc. Pero la observaciön nos muestra que sigue
    un tercer camino, totalmente inesperado. En el primer
    caso, se convertirfaen una idea delirante, cuyo
    contenido seria-la realizaciön del deseo, pero esto no su-

    — 206 —

  • S.

    METADPSIH:

    cede nunca durante e] estado.de.epo50.
    llamos todavfa muy poco familiarizados..con
    ciones metapsicolögicas de los procesos a
    mos quizä deducir, de este hecho, que la des:
    de un sistema, lo hace poco sensible a: los
    segundo caso, o sea el de la descarga motora dir
    beria quedar excluido por el mismo principio, pues el:
    ceso a la motilidad se halla, normalmente, mäs, allä.de,
    censura de la conciencia, pero puede presentarse, excepr
    cionalmente, constituyendo el sonambulisme. Igr.
    noramos en que condiciones surge esta: posibilidad ya
    qu& obedece su poca frecuencia; Pero ‚lo que realmente
    sucede en los suefios es algo tan singular como impre-
    visto. El proceso nacido en el,sistema Pre. e intensiflca-
    do por el sistema Inc, toma-un camino regresivo a Ira-
    ves del sistema /nc. en direcciön a la. percepeiön- que
    tiende a la conciencia. Esta regresiön es la tercera fase
    de la formaciön onirica y la calificamos de. 4öpica ns
    para diferenciarladela temporal, anfes menelona-
    da. Ambas regresiones no coinciden necesariamente
    siempre, pero si en el caso presente. La regresiön de la-
    excitaciön desde el sistema rc. hasta la percepeiön, :@'
    trav&s del sistema /nc., es al mismo fiempo, un retorno &
    la fase de la realizaciön alucinatoria de deseos.
    Por la interpretaciön de los suefios, conocemios
    qu& modo se desarrolla la regresiön de los restos diurngs
    preconscientes en la elaboraciön onfrica. Las ideas que
    dan transformadas en imägenes, predominantemente-vi-
    suales, o sea reducidas las representaciones verbales &
    las objetivas correspondientes, como si todo el pı
    se hallase dominado por la tendencia a la representabili-
    dad. Una vez realizada la regresiön; queda.en elsistema -
    Inc., una serie de cargas de recuerdos objefivos, sobre. .
    las cuales aclıla el proceso psiquico primario hasta
    mar, por medio de su condensaci6n y desplazangent
    —-1—

  • S.

    PR OF... SS. FR EUD

    contenido manifiesto del suefio. Las representaciones
    verbales existentes entre los restos diurnos no son frata-
    das como representaciones verbales y sometidas a los
    efectos de la condensaciön y el desplazamiento, mäs que
    cuando constituyen residuos actuales y recientes de per-
    cepciones y no una exteriorizaciön de pensamientos. De
    aquf, la afirmaciön desarrollada en nuestra «Interpreta-
    «<iön de los suerios» y demostrada luego hasta la eviden-
    cia, de que las palabras y frases integradas en el conte-
    nido del sueho no son de nueva formaciön sino que cons-
    titiyen una imitaciön de las palabras pronunciadas el dia
    inmediatämente anterior, o correspondientes a impresio-
    nes recibidas, durante el mismo, en la lectura, conversa-
    <iön, etc. Es harto singular la poca firmeza con que la
    = elaboraciön onirica refiene las representaciones verbales,
    halländose siempre dispuesta a cambiar unas palabras
    por otras, hasta encontrar aquella expresiön que ofrece
    mayores facilidades para la representaciön plästica (1).
    Se nos revela aquı, la diferencia decisiva entre la ela-

    (1) A la tendencia a la representabilidad atribufmos tambien el
    hecho acenfuado por Silberer y quizä exagerado por el, de que al-
    gunos suefios permitan dos distintas interpretaciones igualmente
    exactas, o sea, segün Silberer, la analftica ylaanagö-
    gic,a. Trätase siempre, en estos casos, de ideas muy abstractas,
    <cuya-representaciön en el suefio habrfa de tropezar con grandes di-
    ficultades. Imaginemonos, por ejemplo, situados ante la labor de
    sustituir por imägenes plästicas, en una especie de jeroglifico, el ar-
    Afeulo de fondo de un diario politico. La elaboraciön onirica tiene
    enfonces que sustifuir, primeramente, el fexto abstracto por uno mäs
    Concreto, enlazado, sin embargo, con el primero, por medio de
    «gomparaciones, s{mbolos y alusiones alegöricas, nuevo texto que
    pasa a ser el material de la elaboraciön onfrica, en lugar del abs-
    fracto: Las ideas abstractas constituyen la interpreiaciön Ilamada
    anagögica, mäs fäcilmente conseguible que la propiamente
    analitica. , Segün una exacta observaciön de ©. Rank, ciertos suefios
    de los päcienies -somelidos al tratamiento psicoanalftico, son los
    ‚mejores modelos de tales suefios de interpretaci6h multiple.

    108 —

  • S.

    METAPSICOLOOGOTIA

    boraciön onirica y la esquizofrenia. En €sta, son elabo-
    radas, por el proceso primario, las palabras mismas en
    las que aparece expresada la idea preconsciente, mientras
    que la elaboraciön onirica no recae sobre las palabras
    sino sobre las representaciones objetivas a que las mis-
    mas son previamente reducidas. El suefio conoce una
    regresiön töpica. En cambio, la esquizofrenia, no. En el
    suefio, no se opone obstäculo ninguno a la relaciön
    entre las cargas. (prc.) de las palabras y las cargas
    inc.) de los objetos, relaciön absolutamente coartada en
    la esquizofrenia. La interpretaciön onirica disminuye, sin
    embargo, el alcance de esta diferencia. Al revelarnos, en
    su labor interpretadora, el curso de la elaboraciön de los
    suefios, explorando los caminos que conducen desde las
    ideas latentes a los elementos del suefio, descubriendo el
    aprovechamiento de los equivocos verbales e indicando
    los puentes de palabras, tendidos entre diversos sectores
    del material, hace la interpretaciön onirica una impresiön
    tan pronto chistosa como esquizofrenica, y nos impulsa
    a olvidar que todas las operaciones verbales no son,
    para el suefio, sino una preparaciön de la regresiön a
    los objetos.

    El final del proceso onirico consiste en que el conte-
    nido ideolögico, regresivamente transformado y conver-
    tido en una fantasia optativa, se hace consciente bajo la
    forma de una percepciön sensorial, transformaciön du-
    rante la cual recibe la elaboraciön secundaria a la que es
    sometida toda percepeiön. Decimos entonces, que e]
    deseo onirico es alucinad 0, y su cumplimiento
    encuentra, como fal alucinaciön, ‚completo credito. Esta
    parte final de la formaciön de los suefios presenta ciertos
    Puntos obscuros, para cuyo esclarecimiento vamos a
    comparar el suefio con los estados patolögicos, afines.

    La formaciön de la fontasia optativa y su regresiön a
    la alucinaciön constituyen los elementos mäs importantes

    129 — [n

  • S.

    PROF. SS. FRE UD

    de la elaboraciön onfrica, pero no le son exclusivamente
    peculiares. Por el contrario, los hallamos igualmente en
    dos estados patolögicos: en la demencia aguda alucina-
    toria (la «amencia» de Meynerts) y en la fase alucinato-
    ria de la esquizofrenia. EI delirio alucinatorio de la
    amencia es una fantasfa optativa claramente visible, y a
    veces, tan completamente ordenada como un bello suefio
    diurno. Pudiera hablarse en general, deuna psicosis
    optativa alucinatoria y reconocerla fanto en
    el suefio como en la amencia. Existen tambien suenos,
    que .no consisten sino en fantasias optativas de amplio
    contenido y nada deformadas. La fase alucinatoria de la
    esquizofrenia no ha sido tan detenidamente estudiada.
    Parece ser, generalmente, de naturaleza compuesta, pero
    Podria corresponder a una nueva tentativa de restituciön, .
    que tenderia a devolver a las representaciones objetivas
    la carga libidinosa. Los demäs estados alucinatorios que
    observamos en diversas afecciones patolögicas, no pue-
    den ser integrados en este paralelo, por carecer nosotros
    de experiencia propia sobre ellos y sernos imposible
    utilizar la de otros.

    La psicosis optativa alucinatoria—en el sueio o en
    en ofro estado cualquiera—realiza dos funciones nada
    coincidentes. No sölo lleva a la conciencia deseos ocul-
    tos o reprimidos, sino que los representa como satis-
    fechos y encuentra completo credito. No puede afirmarse
    que los deseos inconscientes hayan de ser tenidos por
    realidades una vez que han logrado hacerse conscientes,
    pues nuestro juicio es muy capaz de distinguir las reali-
    dades, incluso de deseos y representaciones tan intensos
    como estos. En cambio, parece justificado admitir que la
    creencia en la realidad se halla ligada a la percepciön
    sensorial. Cuando una idea ha encontrado el camino re-
    gresivo que conduce hasta las huellas mn&micas incons-
    cientes de los objetos, y desde ellas, hasta la percepciön,

    — 210 —

  • S.

    METAPSıIıcoLo01ı1A

    reconocemos su percepciön como real. Asi, pues, la alu-
    cinaciön tendria como premisa obligada, la regresiön. El
    mecanismo de esta ültima se nos revela fäcilmente en el
    fenömeno onirico. La regresiön de las ideas preconscien-
    tes del suefio hasta las imägenes mnömicas de las cosas,
    se nos revela, en efecto, como una consecuencia de la
    atracciön que estas representaciones instintivas incons-
    cienfes—por ejemplo, los recuerdos reprimidos de suce-
    sos vividos—ejercen sobre las ideas concretadas en pala-
    bras. Pero observamos en seguida, que seguimos aquf
    una falsa pista. Si el misferio de la alucinaciön no fuera
    otro que el de la regresiön, toda regresiön suficiente-
    mente intensa, habria de producir una alucinaciön con
    creencia en su realidad, v conocemos casos en los que
    una reflexiön regresiva lleva a la conciencia imägenes
    mnemicas visuales muy precisas, que, sin embargo, no
    consideramos ni un solo instante como percepciones rea-
    les. Podriamos tambien representarnos, que la elabora-
    eiön onfrica avanza hasta tales imägenes mne&micas, ha-
    ciendo conscientes las que eran inconscientes y presen-
    tändonos una fantasia optafiva, que sentimos placente-
    ramente, pero en la que no reconocemos.la satisfacciön
    real del deseo. La alucinaciön tiene, pues, que ser algo
    mäs que la animaciön regresiva de las imägenes mn&mi-
    cas inc. en si. \

    Es de una gran importancia präctica distinguir las per-
    cepciones, de las representaciones intensamente recorda-
    das. Toda nuestra relaciön con el mundo exterior, o sea
    con la realidad, depende de esta capacidad. Hemos admi-
    tido la ficciön de que no siempre la posefamos, y de que,
    al principio de nuestra vida anfmica, provocäbamos la alu-
    cinaciön de! objeto satisfactorio cuando sentiamos su ne-
    cesidad. Pero la imposibilidad de conseguir por este me-
    dio la satisfacciön, hubo de movernos muy pronto a crear
    un dispositivo, con cuyo auxilio conseguimos diferenciar

    -11—

  • S.

    PROF. 5. FR E UD

    una tal percepciön optativa de una satisfacciön real. O
    dicho de otro modo: Abandonamos la satisfacciön aluci-
    natoria de deseos y establecimos una especie de exa-
    men de la realidad.

    Nos pregunfaremos ahora en qu& consisie este exa-
    men de la realidad y cömo la psicosis optativa alucina-
    toria del suefio y de la «amencia» consiguen suprimirlo
    y reconstituir la anfigua forma de la satisfacciön.

    La respuesta a esta interrogaciön se nos revela en
    cuantoremprendemos la labor de determinar mäs minu-
    ciosamente el tercero de nuesiros sistemas psiquicos, el
    sistema Cc., que hasta ahora no hemos diferenciado con
    gran precisiön del sistema Prc. Ya en la interpretaciön
    de los suefios, hemos tenido que considerar la percep-
    ciön consciente como la funciön de un sistema especial,
    al que atribuimos determinadas cualidades y al que ana-
    diremos ahora, justificadamente, otros distintos caracte-
    res. Este sistema, al que dimos el nombre de sistema D.,
    lo haremos coincidir ahora con el sistema Ce., de cuya
    labor depende la percataciön. Pero ni aun asi coincide
    por completo e) hecho de la conciencia con la pertenen-
    cia a un sistema, pues ya hemos visto, que pueden ser
    percatadas, imägenes mne&micas a las que nos es impo-
    sible reconocer un lugar psiquico en el sistema Cc. o
    enel?. i

    Aplazando la resoluciön de esta dificultad hasta en-
    trar de lleno en la investigaciön del sistema Cc., nos li-
    mitaremos a anticipar la hipötesis de que la alucinaciön
    consiste en una carga del sistema Cc. (P.), carga que
    no es efectuada, como normalmente, desde el exterior,
    sino desde el interior, y que tiene por condiciön el avan-
    ce de la regresiön hasta este sistema, superando asi el
    examen de la realidad.

    En päginas anteriores y al tratar de los instintos y
    sus destinos, admitimos que el organismo, inerme en sus

    — 212 —

  • S.

    METAPSICOLOGTITA

    comienzos, pudo crearse, por medio de sus percepcio-
    nes, una primera orientaciön en el mundo, distinguiendo
    un «exterior» y un «interior», por la diversa relaciön de
    estos elementos con su acciön muscular. Aquellas per-
    cepciones que le era posible suprimir por medio de un
    acto muscular, eran reconocidas como exteriores y rea-
    les. En cambio, cuando tales actos se demostraban in-
    eficaces, es que se trataba de una percepciön interior, ala
    que se negaba la realidad. La posesiön de este medio de
    caracterizar la realidad es valiosisima para el individuo,
    que encuentra en El un arma de defensa contra ella y qui-
    siera disponer de un poder anälogo contra las exigencias
    perentorias de sus instinios. Por esta razön, se esfuerza
    tanto en proyectar alexterior äquello que en su in-
    terior le es motivo de displacer.

    Esta funciön de la orientaciön en el mundo por medio
    de la distinciön de un «exterior» y un «interior», hemos
    de adscribirla, exclusivamente, al sistema Ce. (P.). Este
    sistema tiene que disponer de una inervaciön motora,
    por medio de la cual comprueba si la percepciön puede
    o no ser suprimida. El examen de la realidad
    no necesita ser cosa distinta de este dispositivo. Por
    ahora, nada mäs podemos decir, pues la naturaleza y la
    iunciön del sistema Ce. nos son insuficientemente cono-
    cidas. El examen de la realidad forma parte, como las
    cznsuras que ya conocemos, de las grandes
    instituciones del Yo. Dejändolo asi estable-
    cido, esperaremos que el anälisis de las afecciones nar-
    cisistas nos ayude a descubrir otras de esfas institu-
    eiones.

    En cambio, la patologia nos revela ya, de qu& modo
    puede ser interrumpido o anulado el examen de la reali-
    dad, eircunstancia que se nos muestra en la amencia o
    psicosis optativa, mäs claramente que en el suefio. La
    amencia es la reacciön a una perdida afirmada por la

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  • S.

    PROF. 5. FRE U D

    realidad, pero que ha de serle negada al Yo, que no
    podria soportarla. En este caso, el Yo interrumpe su re-
    laciön con la realidad y sustrae, al sistema de las per-
    cepciones Cc., su carga, o mejor dicho, una carga cuya
    especial naturaleza habrä de ser aüin objeto de investi-
    gaciön. Con este apartamiento de la realidad, queda
    interrumpido su examen, y las fantasias optafivas no
    reprimidas y completamente conscientes pueden pene-
    trar en elsistema y son reconocidas como una realidad
    mäs satisfactoria. La amencia nos ofrece el interesante
    espectäculo de una disociaciön entre el Yo y uno de sus
    öiganos, precisamente aquel que con mäs fidelidad le
    servia y se hallaba mäs in timamente ligado a &l.
    Aquello que en la ame ncia, lleva a cabo la represiön,
    es realizado en el suefio, por la renuncia voluntaria. El
    estado de reposo no quiere saber nada del mundo exte-
    rior y retrae las cargas de los sistemas Cc., Pre. e Inc.
    en tanto en cuanto los elementos en ellos integrados obe-
    decen al deseo de dormir. Con la falta de carga del sis-
    tema Cc., cesa la posibilidad de un examen de la reali-
    dad, y las excitaciones independientes del estado de re-
    Poso, que toman el camino de la regresiön, lo encontra-
    ran libre hasta el sistema-Cc., en el cual pasaran por
    realidades indiscutibles. La psicosis alucinatoria de la
    demencia precoz, no puede, pues, pertenecer a los sinto-
    mas iniciales de la misma, y sölo surgirä cuando el Yo
    del enfermo llega a una tal descomposiciön, que el exa-
    men de la realidad no evita ya el proceso alucinatorio.
    Por lo que respecta a la psicologia de los procesos
    oniricos, conclufmos que todos los caracteres esenciales
    del suefio son determinados por la condiciön del estado
    de reposo. Aristöteles tuvo razön al decir que el fenöme-
    no onirico constitufa la actividad animica del durmiente.
    Ampliando esta afirmaciön, diremos nosotros que el fe-
    nömeno onirico es un residuo de la actividad animica del
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  • S.

    METAPSIcCcCOLOo 0 Go TA

    durmiente, permitido por el hecho de no haberse logrado
    totalmente el establecimiento del estado narcisista de re-
    poso. Esto no parece muy distinto de lo que los psicölo-
    gos y filösofos vienen, desde siempre, afirmando, pero
    se funda en opiniones muy diferentes sobre la estructura
    yla funciön del aparato anfmico, opiniones que presen-
    tan, sobre las anteriores, la ventaja de conducirnos a la
    inteligencia del fenömeno onirico en todas sus particula-
    ridades.

    Consideraremos, por ültimo, la significaciön que una
    töpica del proceso de la represiön puede tener para
    nuestro conocimiento del mecanismo de las perturbacio-
    nes anfmicas.En el suefio, la substracciön de la cargapsi-
    quica (libido, interes) alcanza por igual a todos los sis-
    temas; en las neurosis“de transferencia, es retraida la
    carga pre.; en la esquizofrenia, la del sistema /nc.; y en
    la amencia, la del sistema Ce.

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