S.
Adiciön metapsicolögica a la teoria de 08
suefios. =;Hemos de comprobar repetidamente cuän ventajoso
es, para nuestra investigaciön, comparar entre si determi-
nados estados y fenömenos, que podemos considerar
como modelos normales de ciertas afecciones
patolögicas. A este genero pertenecen ciertos estados
afectivos, como la aflicci6n y el enamoramiento, y otros
de diferente naturaleza, entre los cuales citaremos el es-
tado de reposo (dormir) y el fenömeno onirico.Al acostarse, con el propösito de dormir, se despoja
el hombre de todas aquellas envolturas que encubren su
cuerpo y de aquellos objetos que constituyen-un comple-
mento de sus Öörganos somäticos. 0 una ‚sustituciön de
partes de su cuerpo, esto es, de los lentes, la pehuca, la
dentadura postiza, eic., y obra igualmente con su psi-
quismo, renunciando ala mayoria de sus;adquisiciones
psiquicas y reconstituyendo,. de este.modo, en. ambos
sentidos, la situaciön: que hubo de ser el punfo.de:parti-
da de su desarrollo vital. El dormir es, somäticamente,
un retorno a la estancia en el seno materno; con-todas
sus caracteristicas de quietud, calor y ausencia de esti-
mulo. Muchos hombres llegan incluso a tomar' durante
su suefio, la posieiön fetal. El estado psiquico. del. dur-
miente se caracteriza por un retraimiento casi absoluto
del mundo eircunamhirnte y la: gesaciön, de todo Interes
hacia @l.Cuando investigamos los estados. Psiconeuröficos,
- 1 —
S.
r
BRoNa. ss. rReEun
nos vemos impulsados a acentuar, en cada uno de ellos,
lasllamadas regresiones temporales, osea
el montante del retroceso que les es particular, hacia las
mäs tempranas fases del desarrollo. Distinguimos dos de
estas regresiones: la del desarrollo del Yo y la del des-
arrollo de la libido. Esta ültima, Ilega, en el estado de re-
poso, hasta la reconstituciön del narcisismo pri-
mitivo, y la primera, hasta la fase de la satis-
facci6ön alucinatoria de deseos.Todo lo que sabemos de los caracteres psiquicos del
estado de reposo, l6 hemos averiguado en el estudio de
los'suefios. Estos no nos muestran al hombre durmien-
do, pero no pueden por menos de delatarnos algunos de
los caräcteres del estado de reposo. La observaciön nos
ha descubierto algunas peculiaridades del fenömeno oni-
rico, que al principio nos parecian: ininteligibles, pero
‚que luego hemos llegado a comprender perfectamente.
Asi, sabemos que el suefio es absolutamente egoisia y
que la persona que en sus escenas desempefia el princi-
pal papel, es siempre la del durmiente. Esta circunstan-
cia se deriva, naturalmente, del narcisismo del estado de
reposo.El narcisismo y el egofsmo son la misma cosa. La
ünica diferencia estä en que con el termino de «narcisis-
mo», acentuamos-que el egoismo es tambien un tenöme-
no libidinoso. O dicho de otro modo: El narcisismo pue-
de’ ser cotisiderado como el complemento libidinoso del
‘egoismo. Tambien se'nos hace comprensible la capaci-
dad diagnöstica’ del suefio, que nos descübre, durante el
reposo, lös sintomas de’ una enfermedad en sus comien-
zos, sintormäs:que pasaban inadvertidos durante la vigi-
ha. Elfenömeno onifico amplifica, en efecto, hasta lo gi-
gantesco, jödas las-sensacionessomäticas. Esta ampli-
ficaciön es de nafuraleza hipocondriaca, presupone quetoda lacarga psiquicaha sido refrafda del'mundo exte-
= 108 —S.
METAPSICOLSono.ı A
rior y acumulada en el Yo; y permite deseubrinen:el sue«
fo, modiflcaeiones ;somäticas, ‚que -durante:la: vigilie
hubieran permanecido aün ‚insdvertldes por: algn
tiempo. vieUn suefio constituye la sehal de que ha. surgido.algo
que tendia a perturbar el reposo, y nos.da a conocer..lal
forma en que esta perturbaciön puede ser rechazada. El
durmiente suefia en lugar de despertar bajo los .efectos:
de la perturbaciön, resultando asi ei suefio un guardiän
del reposo. En lugar-del estimulo interior que aspiraba.a
atraer la atenciön del sujeto, ha surgido un suceso exte-
rior—el fenömeno onirico—cuyas aspiraciones han que-
dado satisfechas. Un suefio es, pues, una proyec-
ciön alexterior, de un proceso interior. Recordamos
haber hallado ya en otro lugar,.la proyecciön, entre los.
medios de defensa. Tambien el mecanismo de la fobia
histerica culminaba en el hecho de que el individuo podia
protegerse, por medio de tentativas de fuga, contra un
peligro exterior, surgido en lugar de un estimulo instinti-
vo interno. Pero hemos de aplazar el estudio detenido de
la proyecciön hasta llegar.al anälisis de aquella.afecciön
narcisista en la que este mecanismo desempehia va
cipalisimo papel..Veamos cömo puede quedar perturbada la. Äntencidh
de dormir. La perturbaciön puede proceder de una exci+
taci6n interior o de un estimulo exterior. Atenderemos en
primer lugar, al caso menos transparente y mäs intere-
sante, de la perturbaciön emanada del interior: La.exper
riencia nos muestra, que los estimulos del suefio son res-
tos diurnos, cargas mentales que no se han prestado :a
la general sustracciön de las cargas y-han conservado;
a pesar de ella, una cierfa medida de interes :libidinoso.o
de otro genero cualquiera. Asf, pues, hallamos aqui una
Primera excepciön del narcisismo :del estado de reposo;
excepciön que dalugar a.la.elaboraciön onirica: Losres+_ 105 —
S.
PROF. 8. FR EU D
tos diurnos se nos dan a conocer en el anälisis, como
ideas oniricas latentes, y tenemos que considerarlos, por
su naturaleza y su situaciön, como representaciones pre-
conscientes, pertenecientes al sistema Pre.El subsiguiente esclarecimiento de la formaciön de
los suefios no deja de oponernos determinadas dificulta-
des. El narcisismo del estado de reposo significa la sus-
tracciön de la carga de todas las representaciones obje-
tivas, y tanto de la parte inconsciente. de las mismas
como de su parte preconsciente. Asi, pues, cuando com-
probames que determinados restos diurnos han perma-
necido cargados, no podemos inclinarnos a admitir que
han adquirido durante la noche, energia suficiente para
atraer la atenciön de la conciencia. Mäs bien supondre-
mos, que la carga que conservan es mucho mäs debil
que la que poseian durante el dia. El anälisis nos evila
aquf mäs amplias especulaciones, dem.osträndonos, que
estos restos diurnos tienen que recibir un refuerzo, ema-
nado de las fuentes instintivas inconscientes, para poder
surgir como formadores de suefios. Esta hipötesis no
ofrece, al principio, dificultad ninguna, pues hemos de
suponer, que la censura situada entre el sistema Pre. y
el Inc. se halla muy disminuida durante el reposo, que-
dando, por lo tanto, muy facilitada la relaciön entre am-
bos sistemas.Sin embargo, surge aqui una objeciön que no pode-
mos silenciar. Si el estado de reposo narcisista, ha teni-
do por consecuencia el retraimiento de todas las cargas
de los sistemas /nc.’y Pre., faltarä tambien la posibilidad
de que los restos diurnos preconscientes sean intensifica-. dos por los impulsos instintivos inconscientes, los cua-
les han cedido tambien sus cargas al Yo. La teoria de la
Tormaciön de los suefios muestra, aqui, una evidente con-
tradicciön que sölo podremos salvar modificando nues-
tra hipötesis-sobre el narcisismo del estado. de reposo._ 104 —
S.
METAPSICOoL:o 0.1 A
Esta 'hipötesis restrictiva queda tambien‘irrebatible-
mente demostrada en la «demencia preco2»,'y sur eonie-
nido no puede ser sino el de que la parte: reprimida ‚del
sistema Inc. no obedece a los deseos de dormir emana-
dos del Yo, conserva su carga, total‘o Tragmentariamen-
te, y conquista, a consecuencia de la represiön, una cier-
ta independencia. Correlativamente, habria de ser man-
tenido, durante la noche, un cierto montante del esfuerzo
de represiön (dela contracarga), para eludir el .
peligro instintivo, aunque la oclusiön de todos los cami-
nos que conducen al desarrollo de afecto y a la motili-
dad, tiene que disminuir considerablemente el nivel de la
contracarga necesaria. Asf, pues, describiriamos en la
forma siguiente, la situaciön que conduce a la formaciön
de suefios: El deseo de dormir intenta retraeg todas las
cargas emanadas del Yo y constituir un narcisismo ab-
soluto. Este prop6sito no puede ser consegüido sino a
medias, pues Jo reprimido dei sistema Inc. no obedece al
deseo de dormir. Por lo tanto, tiene que ser mäntenida
tambien una parte de la contracarga, y la censura entre
el sistema Inc. y el Pre. ha de permanecer vigilante aun-
que no tanto como durante el dia. En la esfera de acciön
del Yo, quedan despojados de sus cargas todos los sis-
temas.Cuanto mäs fuertes son las cargas instintivas Incons-
cientes mäs incomplefo serä el reposo, Existe tambien un
caso extremo, en el cual el Yo abandona 'su deseo de
dormir, por sentirse incapaz de coartar los impulsos li-
bertados durante el suefio, o dicho de otro modo, ‚renun-
cia a dormir por miedo a sus suefios. DeMäs adelante, estimaremos en toda su amplia.impor-
tancia, la hipötesis de la desobediencia de los impulsos
reprimidos. Por ahora, nos limitaremos a proseguir
nuestro examen de la formaciön de los suefios. \Como segunda excepciön del narcisismo, consignare-
—_ 05 —
S.
BR OF. Ss... FR BuD
mos la posibilidad antes citada, de que tambien algunas
de las ideas diurnas preconscientes opongan resistencia
y conserven una parte de su carga,'Ambos casos pueden
ser, en el fondo, identicos. La resistencia.de: los restos
diurnos puede depender de su conexiön, existente ya en
la vigilia, con impulsos inconscientes. Pero tambien pue-
de suceder algo menos sencillo, o sea que los restos diur-
nos no despojados totalmente de su carga, se pongan en
relaciön con lo reprimido, durante el estado de reposo,
merced a la mayor facilidad de comunicaciön entre los
sistemas Pre. e /nc..En ambos casos tiene efecto el mis-
mo progreso decisivo de la formaciön onirica, esto es,
queda constitufdo el deseo onirico preconsciente, que da
expresiön, con el material de los restos diurnos precons-
‚cientes, al impulso inconsciente. Este deseo onfrico debe
ser distinguido de los restos diurnos. No existia en la vi-
gilia y puede mostrar ya el caräcter irracional que todo lo
inconsciente manifiesta cuando lo traducimos a lo cons-
ciente. EI deseo onfrico no debe tampoco ser confundido
con los sentimientos optafivos que pueden existir entre
las ideas preconscientes (latentes) del sueno. Pero cuan-
do tales deseos aparecen integrados en dicho material,
se asocia a ellos, intensificändolos.. Examinemos ahora los destinos subsiguientes de este
impulso optativo, representante de una tendencia instinti-
va inconsciente, que se ha formado, como deseo onifrico
(fantasia realizadora de deseos) en el sistema Pre. Este
impulso podria hallar su satisfacciön por distintos cami-
nos. Podria seguir el que consideramos normal durante
la vigilia, o sea pasar desde el sistema Pre. a la concien-
cia, o:crearse una descarga motora direcia, eludiendo el
sistema Cc. Pero la observaciön nos muestra que sigue
un tercer camino, totalmente inesperado. En el primer
caso, se convertirfaen una idea delirante, cuyo
contenido seria-la realizaciön del deseo, pero esto no su-— 206 —
S.
METADPSIH:
cede nunca durante e] estado.de.epo50.
llamos todavfa muy poco familiarizados..con
ciones metapsicolögicas de los procesos a
mos quizä deducir, de este hecho, que la des:
de un sistema, lo hace poco sensible a: los
segundo caso, o sea el de la descarga motora dir
beria quedar excluido por el mismo principio, pues el:
ceso a la motilidad se halla, normalmente, mäs, allä.de,
censura de la conciencia, pero puede presentarse, excepr
cionalmente, constituyendo el sonambulisme. Igr.
noramos en que condiciones surge esta: posibilidad ya
qu& obedece su poca frecuencia; Pero ‚lo que realmente
sucede en los suefios es algo tan singular como impre-
visto. El proceso nacido en el,sistema Pre. e intensiflca-
do por el sistema Inc, toma-un camino regresivo a Ira-
ves del sistema /nc. en direcciön a la. percepeiön- que
tiende a la conciencia. Esta regresiön es la tercera fase
de la formaciön onirica y la calificamos de. 4öpica ns
para diferenciarladela temporal, anfes menelona-
da. Ambas regresiones no coinciden necesariamente
siempre, pero si en el caso presente. La regresiön de la-
excitaciön desde el sistema rc. hasta la percepeiön, :@'
trav&s del sistema /nc., es al mismo fiempo, un retorno &
la fase de la realizaciön alucinatoria de deseos.
Por la interpretaciön de los suefios, conocemios
qu& modo se desarrolla la regresiön de los restos diurngs
preconscientes en la elaboraciön onfrica. Las ideas que
dan transformadas en imägenes, predominantemente-vi-
suales, o sea reducidas las representaciones verbales &
las objetivas correspondientes, como si todo el pı
se hallase dominado por la tendencia a la representabili-
dad. Una vez realizada la regresiön; queda.en elsistema -
Inc., una serie de cargas de recuerdos objefivos, sobre. .
las cuales aclıla el proceso psiquico primario hasta
mar, por medio de su condensaci6n y desplazangent
—-1—S.
‘
PR OF... SS. FR EUD
contenido manifiesto del suefio. Las representaciones
verbales existentes entre los restos diurnos no son frata-
das como representaciones verbales y sometidas a los
efectos de la condensaciön y el desplazamiento, mäs que
cuando constituyen residuos actuales y recientes de per-
cepciones y no una exteriorizaciön de pensamientos. De
aquf, la afirmaciön desarrollada en nuestra «Interpreta-
«<iön de los suerios» y demostrada luego hasta la eviden-
cia, de que las palabras y frases integradas en el conte-
nido del sueho no son de nueva formaciön sino que cons-
titiyen una imitaciön de las palabras pronunciadas el dia
inmediatämente anterior, o correspondientes a impresio-
nes recibidas, durante el mismo, en la lectura, conversa-
<iön, etc. Es harto singular la poca firmeza con que la
= elaboraciön onirica refiene las representaciones verbales,
halländose siempre dispuesta a cambiar unas palabras
por otras, hasta encontrar aquella expresiön que ofrece
mayores facilidades para la representaciön plästica (1).
Se nos revela aquı, la diferencia decisiva entre la ela-(1) A la tendencia a la representabilidad atribufmos tambien el
hecho acenfuado por Silberer y quizä exagerado por el, de que al-
gunos suefios permitan dos distintas interpretaciones igualmente
exactas, o sea, segün Silberer, la analftica ylaanagö-
gic,a. Trätase siempre, en estos casos, de ideas muy abstractas,
<cuya-representaciön en el suefio habrfa de tropezar con grandes di-
ficultades. Imaginemonos, por ejemplo, situados ante la labor de
sustituir por imägenes plästicas, en una especie de jeroglifico, el ar-
Afeulo de fondo de un diario politico. La elaboraciön onirica tiene
enfonces que sustifuir, primeramente, el fexto abstracto por uno mäs
Concreto, enlazado, sin embargo, con el primero, por medio de
«gomparaciones, s{mbolos y alusiones alegöricas, nuevo texto que
pasa a ser el material de la elaboraciön onfrica, en lugar del abs-
fracto: Las ideas abstractas constituyen la interpreiaciön Ilamada
anagögica, mäs fäcilmente conseguible que la propiamente
analitica. , Segün una exacta observaciön de ©. Rank, ciertos suefios
de los päcienies -somelidos al tratamiento psicoanalftico, son los
‚mejores modelos de tales suefios de interpretaci6h multiple.108 —
S.
METAPSICOLOOGOTIA
boraciön onirica y la esquizofrenia. En €sta, son elabo-
radas, por el proceso primario, las palabras mismas en
las que aparece expresada la idea preconsciente, mientras
que la elaboraciön onirica no recae sobre las palabras
sino sobre las representaciones objetivas a que las mis-
mas son previamente reducidas. El suefio conoce una
regresiön töpica. En cambio, la esquizofrenia, no. En el
suefio, no se opone obstäculo ninguno a la relaciön
entre las cargas. (prc.) de las palabras y las cargas
inc.) de los objetos, relaciön absolutamente coartada en
la esquizofrenia. La interpretaciön onirica disminuye, sin
embargo, el alcance de esta diferencia. Al revelarnos, en
su labor interpretadora, el curso de la elaboraciön de los
suefios, explorando los caminos que conducen desde las
ideas latentes a los elementos del suefio, descubriendo el
aprovechamiento de los equivocos verbales e indicando
los puentes de palabras, tendidos entre diversos sectores
del material, hace la interpretaciön onirica una impresiön
tan pronto chistosa como esquizofrenica, y nos impulsa
a olvidar que todas las operaciones verbales no son,
para el suefio, sino una preparaciön de la regresiön a
los objetos.El final del proceso onirico consiste en que el conte-
nido ideolögico, regresivamente transformado y conver-
tido en una fantasia optativa, se hace consciente bajo la
forma de una percepciön sensorial, transformaciön du-
rante la cual recibe la elaboraciön secundaria a la que es
sometida toda percepeiön. Decimos entonces, que e]
deseo onirico es alucinad 0, y su cumplimiento
encuentra, como fal alucinaciön, ‚completo credito. Esta
parte final de la formaciön de los suefios presenta ciertos
Puntos obscuros, para cuyo esclarecimiento vamos a
comparar el suefio con los estados patolögicos, afines.La formaciön de la fontasia optativa y su regresiön a
la alucinaciön constituyen los elementos mäs importantes129 — [n
S.
PROF. SS. FRE UD
de la elaboraciön onfrica, pero no le son exclusivamente
peculiares. Por el contrario, los hallamos igualmente en
dos estados patolögicos: en la demencia aguda alucina-
toria (la «amencia» de Meynerts) y en la fase alucinato-
ria de la esquizofrenia. EI delirio alucinatorio de la
amencia es una fantasfa optativa claramente visible, y a
veces, tan completamente ordenada como un bello suefio
diurno. Pudiera hablarse en general, deuna psicosis
optativa alucinatoria y reconocerla fanto en
el suefio como en la amencia. Existen tambien suenos,
que .no consisten sino en fantasias optativas de amplio
contenido y nada deformadas. La fase alucinatoria de la
esquizofrenia no ha sido tan detenidamente estudiada.
Parece ser, generalmente, de naturaleza compuesta, pero
Podria corresponder a una nueva tentativa de restituciön, .
que tenderia a devolver a las representaciones objetivas
la carga libidinosa. Los demäs estados alucinatorios que
observamos en diversas afecciones patolögicas, no pue-
den ser integrados en este paralelo, por carecer nosotros
de experiencia propia sobre ellos y sernos imposible
utilizar la de otros.La psicosis optativa alucinatoria—en el sueio o en
en ofro estado cualquiera—realiza dos funciones nada
coincidentes. No sölo lleva a la conciencia deseos ocul-
tos o reprimidos, sino que los representa como satis-
fechos y encuentra completo credito. No puede afirmarse
que los deseos inconscientes hayan de ser tenidos por
realidades una vez que han logrado hacerse conscientes,
pues nuestro juicio es muy capaz de distinguir las reali-
dades, incluso de deseos y representaciones tan intensos
como estos. En cambio, parece justificado admitir que la
creencia en la realidad se halla ligada a la percepciön
sensorial. Cuando una idea ha encontrado el camino re-
gresivo que conduce hasta las huellas mn&micas incons-
cientes de los objetos, y desde ellas, hasta la percepciön,— 210 —
S.
METAPSıIıcoLo01ı1A
reconocemos su percepciön como real. Asi, pues, la alu-
cinaciön tendria como premisa obligada, la regresiön. El
mecanismo de esta ültima se nos revela fäcilmente en el
fenömeno onirico. La regresiön de las ideas preconscien-
tes del suefio hasta las imägenes mnömicas de las cosas,
se nos revela, en efecto, como una consecuencia de la
atracciön que estas representaciones instintivas incons-
cienfes—por ejemplo, los recuerdos reprimidos de suce-
sos vividos—ejercen sobre las ideas concretadas en pala-
bras. Pero observamos en seguida, que seguimos aquf
una falsa pista. Si el misferio de la alucinaciön no fuera
otro que el de la regresiön, toda regresiön suficiente-
mente intensa, habria de producir una alucinaciön con
creencia en su realidad, v conocemos casos en los que
una reflexiön regresiva lleva a la conciencia imägenes
mnemicas visuales muy precisas, que, sin embargo, no
consideramos ni un solo instante como percepciones rea-
les. Podriamos tambien representarnos, que la elabora-
eiön onfrica avanza hasta tales imägenes mne&micas, ha-
ciendo conscientes las que eran inconscientes y presen-
tändonos una fantasia optafiva, que sentimos placente-
ramente, pero en la que no reconocemos.la satisfacciön
real del deseo. La alucinaciön tiene, pues, que ser algo
mäs que la animaciön regresiva de las imägenes mn&mi-
cas inc. en si. \Es de una gran importancia präctica distinguir las per-
cepciones, de las representaciones intensamente recorda-
das. Toda nuestra relaciön con el mundo exterior, o sea
con la realidad, depende de esta capacidad. Hemos admi-
tido la ficciön de que no siempre la posefamos, y de que,
al principio de nuestra vida anfmica, provocäbamos la alu-
cinaciön de! objeto satisfactorio cuando sentiamos su ne-
cesidad. Pero la imposibilidad de conseguir por este me-
dio la satisfacciön, hubo de movernos muy pronto a crear
un dispositivo, con cuyo auxilio conseguimos diferenciar-11—
S.
PROF. 5. FR E UD
una tal percepciön optativa de una satisfacciön real. O
dicho de otro modo: Abandonamos la satisfacciön aluci-
natoria de deseos y establecimos una especie de exa-
men de la realidad.Nos pregunfaremos ahora en qu& consisie este exa-
men de la realidad y cömo la psicosis optativa alucina-
toria del suefio y de la «amencia» consiguen suprimirlo
y reconstituir la anfigua forma de la satisfacciön.La respuesta a esta interrogaciön se nos revela en
cuantoremprendemos la labor de determinar mäs minu-
ciosamente el tercero de nuesiros sistemas psiquicos, el
sistema Cc., que hasta ahora no hemos diferenciado con
gran precisiön del sistema Prc. Ya en la interpretaciön
de los suefios, hemos tenido que considerar la percep-
ciön consciente como la funciön de un sistema especial,
al que atribuimos determinadas cualidades y al que ana-
diremos ahora, justificadamente, otros distintos caracte-
res. Este sistema, al que dimos el nombre de sistema D.,
lo haremos coincidir ahora con el sistema Ce., de cuya
labor depende la percataciön. Pero ni aun asi coincide
por completo e) hecho de la conciencia con la pertenen-
cia a un sistema, pues ya hemos visto, que pueden ser
percatadas, imägenes mne&micas a las que nos es impo-
sible reconocer un lugar psiquico en el sistema Cc. o
enel?. iAplazando la resoluciön de esta dificultad hasta en-
trar de lleno en la investigaciön del sistema Cc., nos li-
mitaremos a anticipar la hipötesis de que la alucinaciön
consiste en una carga del sistema Cc. (P.), carga que
no es efectuada, como normalmente, desde el exterior,
sino desde el interior, y que tiene por condiciön el avan-
ce de la regresiön hasta este sistema, superando asi el
examen de la realidad.En päginas anteriores y al tratar de los instintos y
sus destinos, admitimos que el organismo, inerme en sus— 212 —
S.
METAPSICOLOGTITA
comienzos, pudo crearse, por medio de sus percepcio-
nes, una primera orientaciön en el mundo, distinguiendo
un «exterior» y un «interior», por la diversa relaciön de
estos elementos con su acciön muscular. Aquellas per-
cepciones que le era posible suprimir por medio de un
acto muscular, eran reconocidas como exteriores y rea-
les. En cambio, cuando tales actos se demostraban in-
eficaces, es que se trataba de una percepciön interior, ala
que se negaba la realidad. La posesiön de este medio de
caracterizar la realidad es valiosisima para el individuo,
que encuentra en El un arma de defensa contra ella y qui-
siera disponer de un poder anälogo contra las exigencias
perentorias de sus instinios. Por esta razön, se esfuerza
tanto en proyectar alexterior äquello que en su in-
terior le es motivo de displacer.Esta funciön de la orientaciön en el mundo por medio
de la distinciön de un «exterior» y un «interior», hemos
de adscribirla, exclusivamente, al sistema Ce. (P.). Este
sistema tiene que disponer de una inervaciön motora,
por medio de la cual comprueba si la percepciön puede
o no ser suprimida. El examen de la realidad
no necesita ser cosa distinta de este dispositivo. Por
ahora, nada mäs podemos decir, pues la naturaleza y la
iunciön del sistema Ce. nos son insuficientemente cono-
cidas. El examen de la realidad forma parte, como las
cznsuras que ya conocemos, de las grandes
instituciones del Yo. Dejändolo asi estable-
cido, esperaremos que el anälisis de las afecciones nar-
cisistas nos ayude a descubrir otras de esfas institu-
eiones.En cambio, la patologia nos revela ya, de qu& modo
puede ser interrumpido o anulado el examen de la reali-
dad, eircunstancia que se nos muestra en la amencia o
psicosis optativa, mäs claramente que en el suefio. La
amencia es la reacciön a una perdida afirmada por la— 2115 —
S.
PROF. 5. FRE U D
realidad, pero que ha de serle negada al Yo, que no
podria soportarla. En este caso, el Yo interrumpe su re-
laciön con la realidad y sustrae, al sistema de las per-
cepciones Cc., su carga, o mejor dicho, una carga cuya
especial naturaleza habrä de ser aüin objeto de investi-
gaciön. Con este apartamiento de la realidad, queda
interrumpido su examen, y las fantasias optafivas no
reprimidas y completamente conscientes pueden pene-
trar en elsistema y son reconocidas como una realidad
mäs satisfactoria. La amencia nos ofrece el interesante
espectäculo de una disociaciön entre el Yo y uno de sus
öiganos, precisamente aquel que con mäs fidelidad le
servia y se hallaba mäs in timamente ligado a &l.
Aquello que en la ame ncia, lleva a cabo la represiön,
es realizado en el suefio, por la renuncia voluntaria. El
estado de reposo no quiere saber nada del mundo exte-
rior y retrae las cargas de los sistemas Cc., Pre. e Inc.
en tanto en cuanto los elementos en ellos integrados obe-
decen al deseo de dormir. Con la falta de carga del sis-
tema Cc., cesa la posibilidad de un examen de la reali-
dad, y las excitaciones independientes del estado de re-
Poso, que toman el camino de la regresiön, lo encontra-
ran libre hasta el sistema-Cc., en el cual pasaran por
realidades indiscutibles. La psicosis alucinatoria de la
demencia precoz, no puede, pues, pertenecer a los sinto-
mas iniciales de la misma, y sölo surgirä cuando el Yo
del enfermo llega a una tal descomposiciön, que el exa-
men de la realidad no evita ya el proceso alucinatorio.
Por lo que respecta a la psicologia de los procesos
oniricos, conclufmos que todos los caracteres esenciales
del suefio son determinados por la condiciön del estado
de reposo. Aristöteles tuvo razön al decir que el fenöme-
no onirico constitufa la actividad animica del durmiente.
Ampliando esta afirmaciön, diremos nosotros que el fe-
nömeno onirico es un residuo de la actividad animica del
_ 214 —S.
METAPSIcCcCOLOo 0 Go TA
durmiente, permitido por el hecho de no haberse logrado
totalmente el establecimiento del estado narcisista de re-
poso. Esto no parece muy distinto de lo que los psicölo-
gos y filösofos vienen, desde siempre, afirmando, pero
se funda en opiniones muy diferentes sobre la estructura
yla funciön del aparato anfmico, opiniones que presen-
tan, sobre las anteriores, la ventaja de conducirnos a la
inteligencia del fenömeno onirico en todas sus particula-
ridades.Consideraremos, por ültimo, la significaciön que una
töpica del proceso de la represiön puede tener para
nuestro conocimiento del mecanismo de las perturbacio-
nes anfmicas.En el suefio, la substracciön de la cargapsi-
quica (libido, interes) alcanza por igual a todos los sis-
temas; en las neurosis“de transferencia, es retraida la
carga pre.; en la esquizofrenia, la del sistema /nc.; y en
la amencia, la del sistema Ce.215 —
201
–215